La importancia del embrague | Autoescuela Ayala
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Aprendiendo a estacionar

La importancia del embrague

Aprendiendo a estacionar

Se podría decir que el mecanismo del embrague tiene “fecha de caducidad” o mejor dicho “kilómetros de caducidad”. Haciendo un buen uso puede durar fácilmente 200.000 Km, pero maltratándolo puede que no llegue ni a los 50.000 Km, o incluso podrías llegar a quemarlo en un solo día…

Si seguimos estos consejos básicos podremos alargar la vida del mismo y esto es muy interesante ya que, cambiar el embrague por uno nuevo nos puede costar alrededor de 1000 €.

• Cuando detengamos el vehículo en los semáforos no debemos mantener el embrague presionado, es mucho mejor esperar con el punto muerto y el embrague suelto, así descansamos nosotros y el embrague.

• Quitaos la manía de ir conduciendo con el pie apoyado en el pedal de embrague ya que es muy perjudicial para el disco. A menudo decís “pero si no lo estoy presionando, es para llegar a tiempo por si me hace falta” pero no os paráis a pensar que, por leve que parezca la presión ejercida, es mucho mayor de lo que nosotros creemos y esto es debido al efecto de la desmultiplicación del conjunto horquilla, polea y pedal. Debéis hacer buen uso del reposapiés (plataforma a la izquierda del pedal del embrague donde descansamos el pié tras cada cambio de marcha)

• En las salidas en primera, el embrague lo debemos soltar con mucho cuidado y haciendo una pequeña pausa (de medio segundo aproximadamente) justo en el punto de fricción, que es aquel en el que el coche empieza a caminar. En ese mismo momento comenzamos a acelerar suavemente al tiempo que terminamos de soltar el embrague por completo. El fallo que se suele cometer es soltar muy poco embrague (sin llegar al punto de fricción) por miedo a que se cale el motor y acelerar demasiado, con lo que se pica embrague, lo que es sumamente perjudicial para el conjunto del mecanismo del embrague.

• Recordad que a partir del cambio a segunda y sucesivos, el embrague se irá soltando progresivamente con más rapidez, acompañándolo siempre con el pié, es decir, no dejamos que vuelva libremente sino que controlamos la velocidad de ascenso del pedal tras cada cambio de marcha.